

En 1998 comenzó la búsqueda del local perfecto y, dos años después, en el año 2000, el proyecto tomó forma. Así nació Arlequino, una heladería donde el producto se elaboraba in situ, a la vista del cliente, con ingredientes frescos y materias primas de máxima calidad. Todo pensado para evocar esos sabores auténticos que César recordaba de niño.
Junto a Gemma Ramírez, cofundadora y compañera de este viaje, llevaron Arlequino a convertirse en un referente del buen hacer heladero en Barcelona. Aunque durante años contaron con varios establecimientos, hoy conservan con mimo su local insignia frente a la Sagrada Familia, uno de los rincones más icónicos de la ciudad. Porque, seamos sinceros… ¿qué mejor que saborear una creación única frente a una de las mayores joyas arquitectónicas del mundo?
Además, la carta se completa con cafés, matchas, batidos y refrescos naturales, perfectos para disfrutar en el local o para llevar.
¿Sabías que la innovación forma parte de su esencia?
Arlequino ha participado activamente en los principales eventos y ferias del sector heladero, aprendiendo de los mejores profesionales del mundo. Varias de sus creaciones han sido premiadas y publicadas en medios especializados, consolidando su presencia en la prensa del sector.
Por todo esto, probar una creación de Arlequino Helados no es solo un placer para el paladar, sino una experiencia única.
